martes, 29 de noviembre de 2011

jueves, 15 de septiembre de 2011

Entrevista en diario La Nueva España

lA NUEVA ESPAÑA 10/08/2011

GRANDES DE SEMANA GRANDE 

Rodolfo Pico Iglesias. Pintor

«Me reencarnaría en Aníbal el cartaginés; todos deberíamos ser capaces de cruzar los Alpes»


«Iré a El Bibio, pero no a la corrida de José Tomás; me gustan los toros, pero con un estilo más afín al arte del Sur, digamos Curro Romero o De Paula»  

Nacido en Luarca, gijonés de adopción, el pintor Rodolfo Pico se define «romántico y duro» como un vaquero del filme «Valor de ley» de los hermanos Coen. Enamorado de Cuba y cada vez más renombrado, Pico Iglesias no deja asomar en sus palabras un ápice de vanidad. Y asegura que, de no haber sido pintor, le habría encantado dedicarse a la cocina. O a compaginar fogones y pinceles, como Miguel Ángel y Leonardo da Vinci.

CUCA ALONSO Fiel a sí mismo, en su arte y en su espíritu, paso a paso ha logrado extenderse al ámbito internacional. Su pintura está hoy en la vanguardia más sobresaliente, pero tras ella permanece el hombre sencillo, desnudo de toda vanidad. El humanista, el amigo incondicional. Parece que, bajo su eterna gorra visera, tratara de ocultar la trascendencia de su pensamiento. 
-¿Usted quién es?
-Un luarqués de 1953, con cierto porcentaje de cubano, que vive en Gijón desde hace más de cuarenta años. Me considero romántico y duro; el crítico Rubén Suárez decía de mí que parezco un vaquero de la película «Valor de Ley» de los hermanos Coen. Tengo buen sentido del humor, y soy muy sociable y sensual.
-¿De pequeño ya dibujaba en los cristales empañados del invierno?
-Sí, y en las paredes; alguna eché a perder. En mi familia siempre hubo gran interés y afición por la pintura y el cine. 
-¿Recuerda su primer caballete?
-Lo tuve tarde; yo pintaba en cualquier parte, incluso en el suelo. Me lo regaló un pintor fracasado, una de tantas personas que hacen de la pintura un hobby pero que se acaban cansando. No lo conservo; muchos de mis cuadros son enormes y hace falta una polea para moverlos. Lo que nunca he utilizado es la paleta; me sirvo de platos, cristales, una tabla barnizada...
-¿Cuándo supo que lo suyo era el arte?
-Siempre. Durante el Bachiller obtuve varias matrículas en Dibujo. Luego ejercí de publicista mucho tiempo. A la pintura en exclusiva me dedico desde 1991.
-Y le va de cine...
-Sí.
-¿En sus peores sueños se ve encalando un servicio público?
-Duermo muy bien y no sufro obsesiones. Me levanto temprano y voy al gimnasio.
-¿Ha tenido que superar la bohemia o sigue en ella?
-Nunca tuve que ver con ese estilo de vida. En cierta época no me lo pude pagar y ahora ya no me interesa.
-¿Traspasar el puerto de Pajares es la prueba de fuego del triunfo?
-Ya lo he cruzado varias veces. La obra hay que moverla, pero, ¿cuál es su geografía? Puede ser América, Australia... En su destino influyen el tiempo y la trayectoria. Creo que en todo artista de mérito siempre hay una década prodigiosa.
-¿Dónde se sitúa la suya?
-Estoy iniciándola, creo hallarme en sus puertas.
-Dicen que va a exponer usted en el Museo de Bellas Artes de Asturias, lo que sin duda supone un hito... 
-Hemos iniciado conversaciones y es uno de los espacios con más posibilidades. La muestra será comisionada por Juan Manuel Bonet, ex director del Museo Reina Sofía y uno de los críticos más importantes de España. 
-Tengo un gato firmado por usted. ¿Acaso le inspiran los animales?
-Sí, por supuesto, los gatos y los perros, aunque yo me siento más gato que perro. Una de mis exposiciones se tituló «De noche todos los gatos son bardos». Bardo quiere decir poeta. Era un homenaje a los famosos gatos de París. En el Museo de Bellas Artes de Asturias hay un gato mío, negro.
-Por tanto, no es supersticioso...
-En absoluto. 
-¿En quién se reencarnaría?
-En un pintor, no. En Aníbal, el cartaginés. Es un personaje que admiro, representa el paradigma de la autosuperación y de la audacia. Todos deberíamos ser capaces de cruzar los Alpes. 
-¿Le habla al lienzo en blanco antes de tocarlo, o se santigua?
-Soy una persona muy religiosa, pero a la hora de pintar no pienso en nada. Entro directamente en el lienzo, me gusta sumergirme en él sin hacer bocetos. Y dejar que las cosas vayan saliendo. 
-¿Cuál es su ilusión más alta? Quizá verse en el Reina Sofía, el Moma...
-Mi ilusión es realizar la obra que tengo pendiente. En la actualidad estoy trabajando sobre un Gijón que no existe. Será una ciudad compuesta de muchas ciudades mías, como La Habana, Lisboa, Buenos Aires...
-¿De qué se siente orgulloso?
-De cómo me gano la batalla a mí mismo día a día. De asumirme como soy. Cuando descubrí que mi camino era el arte, pensé: «Señor, aparta de mí este cáliz». Es algo muy duro, y mi pintura es muy vital pero también muy dura. Se pinta como se es. 
-¿A quién le sacaría tarjeta roja?
-A Zapatero, pero no ahora, sino hace siete años.
-¿Tiene usted algún vicio?
-Sí, el café: tomo ocho o nueve al día y no me quitan de dormir. Son buchitos, como dicen en Cuba, solos y muy fuertes. 
-Comienza la feria taurina. Viene José Tomás...
-Me gustan mucho los toros, pero de otro estilo más afín con el arte del Sur. Digamos Curro Romero, Rafael de Paula... De manera que iré a la plaza de El Bibio, pero no el día 12. 
-¿Cómo lleva lo de ser un pintor de moda?
-No lo sé... Creo que no lo estoy, que todavía estoy empezando. 
-¿Respecto a las fiestas de Begoña...?
-Pienso disfrutarlas a mi modo, mi propio calendario indica que no he de dejar el trabajo, pero iré a los toros, comeré bien... Me encanta cocinar; si no fuera pintor sería cocinero. Me gusta manejar materias, improvisar... Leonardo da Vinci y Miguel Ángel fueron grandes cocineros.

Elegía dentro de un baúl


Mañana, cuando me haga niño, me enviarán de vuelta para Asturias. En un vapor correo arribaré al Musel. Será mi regreso dentro de un baulito, con un poco de sitio al abrigo de mis cosas. Tapado con las alas disecadas de mi ángel guardián. En un lateral, la dirección del pueblo, casi como una dedicatoria, como las que se encuentran en las fotografías ocres o en los mapas viejos de los sueños entregados al cansancio y al olvido de quien los soñó.

Seré un niño taciturno, casi secreto, con ojos de viejo, invocado por las islas de la nostalgia, cartografiado por los espejos.

En ciertas ocasiones y a ciertas horas, en la penumbra del hórreo donde acabarán olvidándome, alguien, por curiosidad me sorprenderá para acompañar mi ausencia.  Con cuidado levantará la tapa y brotará un rumor de música de vitrolas; letras obsesivas, melodías envolviendo los objetos abandonados.

            “Que me entierren en La Habana, debajo de una palmera…”

… Mañana, cuando me haga niño, se cerrará el baúl para siempre, y yo en luz baja, para no manchar la monocromía eterna, me iré desandando para el Colón, rumbo al dejar de ser. Me llevaran de la mano, Fulanita, Pedro Harapos, Liborito, El “Bobo” de Abela, con sus flores y la banderita cubana. Todos los “muñequitos” en lento cortejo bajo el azul noche del Vedado.



(Del libro Asturias-Cuba "los que se quedaron")

jueves, 30 de junio de 2011

Los huesos nibales de la luz

Mañana será perro,
nieve y la Habana.
Y en la blanca sombra de tu nombre
ladrará un nudo el vacío
para que no olvide olvidarte...
..... Continuará...